Siempre es agradable comer o tomar algo en los restaurantes o cafés de los museos. Te permite hacer un parón en la visita o bien finalizarla con este descanso gastronómico.
Nosotros lo hicimos al revés. Fuimos directamente a comer y después recorrimos las salas del impresionante Museo Nacional de Varsovia (pincha aquí para ver la entrada de la visita al museo)
En el sótano del edificio se ubica este restaurante grande y luminoso con diseño polaco. Es el hermano pequeño del premiado ALEWINO.
El local está decorado con buen gusto inspirado en el diseño moderno:
Con objetos de diseño que quizás vendan en la tienda del museo...
Su cocina es sencilla, con aires de bistró y platos polacos e internacionales.
El chef es Przemyslaw Suska y lleva tres años siendo reconocido por la Guía Michelin.
La presentación de los platos es muy chula y los sabores nos convencieron.
Pedimos el pan con calabaza y mantequilla de cebollino y acompañamos con cerveza local.
Pedimos sopas para comenzar. La tradicional Chlodnik fría de remolacha con huevo y cebollino estaba espectacular:
Otra que pedimos era de verduras con fideos, más insulsa:
El Pęczotto o risotto de cebada con champiñones y queso viejo de Bursztyn nos pareció un platazo:
Los buñuelos o pierogi rellenos de queso cottage, ricotta con grabanzos, espárragos y menta en una emulsión de mantequilla:
El tartar de buey con alcaparras, chantarellas marinadas y yema de huevo nos encantó:
La pierna de cordero con puré de patatas, brochetas de tocino, ajo dulce, lechuga romana y hojas de achicoria estaba muy bien ejecutada.
Postres como las fresas, espuma de ruibarbo y galletas fue el final perfecto para una comida espectacular.
Y la Tarta de queso con pasas y crumble de vainilla estaba compacta y sabrosa.
Una comida estupenda. Todo delicioso, combinaciones inéditas y muy bien elaborado.
Quizás la única pega fue que el servicio fue un poco lento, pero muy agradable.
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