En su página web la definen como "La versión más informal de la cocina de Raúl Sanz".
Enfrente de la casa madre, Trece, en la C/ General Pardiñas, 25, 28001 Salamanca, Madrid, se ubica esta barra que tantas alegrías da a sus comensales.
Su origen son los platos más sencillos: raciones, entrepanes, tacos, platilllos... que te permiten compartir y probar un montón de cosas.
El local es moderno y sencillo con mesas altas y bajas.
El ladrillo visto combina con las paredes blancas y el papel pintado, los neones y los estantes con botellas de cerveza blancas.
Hay dieciséis propuestas y cuatro postres. Queríamos compartir al centro, así que probamos sus clásicos.
Bebimos cervezas artesanas (4,30 €) de Asturias, La Prestosa, y de Carabanchel, la Patanel o Pan Bendita.
Primero vino el Saam de oreja crujiente con salsa barbacoa coreana y mayonesa japo (6 € en formato media ración). ¡Estaba increíble!
Después de tan buen comienzo seguimos en esa línea. Vinieron las Patatas Bravas con salsa clásica ligeramente ahumada (5 €) con un toque de mayo, como en las bravas en Barcelona:
Nos recomendaron las Alitas de pollo melosas y picantonas con sésamo negro (6 €), que efectivamente estaban riquísimas.
Finalizamos con los entrepanes. El Brioche de chipirones crujientes con alioli negro y mayonesa de lima (10 €) no podía estar más delicioso:
Y el broche de oro fue el Sandwich de Pastrami, mostaza y lombarda encurtida (13 €), con un pan espectacular.
Rematamos con la Panacotta de Violetas y crumble de chocolate blanco (6 €) al que le sobraban unas nubes de adorno.
El servicio atento y amabilísimo que nos asesoró y explicó cada plato.
No me faltan los baños, una constante en mis crónicas.
Tendremos que regresar para dar la vuelta entera a la carta.
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