Definitivamente la pizza es una comida que significa grupo de amigos o familia disfrutando del placer de compartir un buen rato.
Hace unos meses abrió en pleno barrio de Salamanca, en la C/ Jorge Juan, 42, 28001 Madrid, la sucursal de la famosa pizzería de Nápoles.
La sede principal se ubica en Nápoles, ciudad en la que en 1870 abría la familia Condurro un local en el que despachar la pizza margarita y la marinara, las dos más demandadas en el restaurante.
En la película "Come, reza, ama" la actriz Julia Roberts se deleita con una pizza y relata su relación de amor con ella.
Nos acercamos a probar sus famosas pizzas tamaño "Rueda de carro" y no nos defraudaron.
El local es enorme pero muy ruidoso. Es cierto que en Navidad todos los restaurantes están llenos de grupos de celebración, pero resultó muy molesto.
Empezamos con las cervezas Nastro Azzurro Peroni de medio litro de barril y con un vino blanco Grigio San Marco de Veneto.
Con ellos brindamos y acompañamos un entrante original y delicioso: el Don Luigi (12,50 €) o unos lazos de masa de pizza rellenos de queso y con ragú de tomate y stracciatella pugliesa aparte.
Quisimos probar su Carbonara (18 €, un poco cara) que estaba bien, bastante digna.
Tras una gran espera (el camarero nos miraba disculpándose) aparecieron las dos pizzas. La Margheritta (13 €) con su masa bien fermentada, el tomate sin chorrear y la mozzarella fior di latte de Agerola, albahaca y queso Pecorino DOP, no podía faltar:
Y una Capricciosa (17 €) con champiñones, alcachofa, olivas negras, jamón de york, albahaca y pecorino rallado, que nos trasladaron a Nápoles de inmediato.
Con dos pizzas para cuatro personas tuvimos más que de sobra.
De postre nos recomendaron la Pastiera (9 €), una tarta de queso ricotta compacta y muy aromatizada con trozos de naranja confitada, cuya receta se remonta al siglo XVI. Muy rica.
Muy bien todo, salvo el ruido y la espera. Pero, por una buena pizza, ¿no se hacen los sacrificios necesarios?
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