Hernán Rodríguez es el artífice de estas heladerías artesanas de Madrid que despachan unos cremosos helados inolvidables.
Su padre Heberto (Töto, de ahí el nombre) le enseñó el oficio y tras su periplo laboral madrileño de diez años en el mundo de la publicidad, decidió retomar el legado familiar y abrir su establecimiento heladero.
Preparan los helados sin base previa, cada helado parte de su sabor y se va desarrollando.
Su carta de sabores tiene algunos inéditos.
Yo probé en mi primera visita en la tienda de Gravina en Chueca que hace un esquinazo precioso el de chocolate blanco con lima y me encantó.
En la segunda visita a la tienda de Espíritu Santo me llamó la atención el de straciatella ahumada y lo combiné con pistacho.
El de stracciatella no me sabía tanto a ahumado, pero el pistacho me gustó mucho.
También tienen otras cosas que poder probar, un buen café con cookies, tartas, alfajores y gofres que fabrican a diario.
Tienen muy buena pinta, habrá que ir a probarlos en otra ocasión.
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