Lo primero que llama la atención de la taberna madrileña fundada en 1920 es su fachada de soberbios azulejos pintados por Alfonso Romero, autor de entre otras fachadas míticas, la de los Gabrieles, Villa Rosa o los del monumento de la Plaza de España en Sevilla. Su ubicación cercana a la Estación de Atocha, en la calle de General Lacy, 14, 28045 Madrid, la hace muy concurrida.
Manolo Rosell está al frente de esta legendaria taberna con suelos y madera originales, fotos en blanco y negro de visitantes ilustres, tinajas de vino y pizarras con las referencias de los vinos pues es el establecimiento con más vinos de la región en todo Madrid.
Nosotras (mi querida amiga Mariví Trufero y yo) nos sentamos en su terraza inmensa y disfrutamos de una comida casera estupenda de picoteo.
Mientras ojeábamos la carta pedimos un vermout de grifo que nos sirvieron con tapa de mejillones en escabeche con patatas fritas:
Luego desfilaron media de croquetas de jamón, Cabrales y bacalao:
Esta primera parte estaba muy rica. Completamos la comida con unas albóndigas de rabo de ternera, pero no nos convencieron. Las albóndigas estaban muy secas y la salsa del guiso no era marrón (como pensábamos) sino una salsa insulsa añadida después de freír las bolitas de carne.
Les comentamos nuestros reparos pues nos parecían recalentadas. Vino el cocinero a disculparse de forma muy amable, a explicarnos cómo hacen el guiso y nos invitaron a una copa de vino blanco como compensación.
Se nota el oficio. Simplemente nosotras no acertamos al pedir, pero se agradecen los detalles.
Como postre nos zampamos un exquisito y madrileño helado de violetas:
Muy amable el servicio pese a que estaba abarrotado el local y que empezó a llover.
Precio: 21€ por persona. Excelente relación calidad-precio.
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| Diluvio en la terraza |
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