No creo que haya plato de cocina callejera más popular en Madrid que el #bocadillodecalamares.
En El Brillante, un bar de los de siempre con miles de posibilidades en bocadillos y tapas, se consume desde hace muchísimos años pues abrió en los años 30 del siglo pasado en la Plaza del Emperador Carlos V, 8, 28000 Madrid.
La historia de este manjar no es muy clara. Se sabe que en Madrid se consumía buen pescado desde el siglo XVI pues llegaba procedente de Galicia y la costa cantábrica a lomos de mulas de los arrieros.
Se tardaba aproximadamente 12 jornadas en llegar a la capital y, por eso, se construyeron pozos que rellenaban con nieve en invierno y que resistían bien hasta el verano.
En el siglo XVIII mejoraron las comunicaciones y llegaba el m arisco y el pescado en cuatro días a caballo. Con el ferrocarril se produjo un cambio a mejor aún mayor.
El punto de inflexión apareció en el siglo XIX con una corriente andalucista que propició la creación de tablaos, tabernas gitanas y, con ellas, los vinos generosos y las frituras de pescaíto frito.
Hay que tener en cuenta que el calamar es un producto económico pues carece de espinas y tiene muy poca merma. Por ello, en el siglo XX se implantó la tradición entre los estudiantes, los obreros y clases menos favorecidas de comer este alimento entre panes.
El Brillante creó escuela y, tras unos años más bajos, ha renacido pues se considera un bocado imprescindible de la gastronomía callejera madrileña.
Es más caro que en otros lugares de Madrid pues cuesta 9 €, aunque su tamaño es generoso.
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