Ya escribí sobre este emblemático restaurante mexicano en tiempos pandemia (pincha aquí) y pensaba que nos quedaríamos sin probar su espectacular Molcajete.
La sorpresa aconteció al ir paseando en Navidad por la C/Ortega y Gasset y toparnos con el número 28. Vimos el cartel de Mestizo y entramos para preguntar si tenían que ver con el antiguo restaurante de la C/Recoletos.
Efectivamente, su dueño, mexicano por supuesto, nos saludó amablemente y nos dijo que habían reabierto en esta ubicación. Decidimos aprovechar una oportunidad de celebración para recordar la deliciosa comida auténticamente mexicana.
Allí celebramos mi cumpleaños, en domingo y con mariachis. No podía haber mejor forma de disfrutar de un nuevo año por estrenar que en torno a una gran mesa y con buena música en directo garantizada.
Comenzamos por los Tamales en sus dos versiones: DF con masa de maíz en su propia hoja cocinada al vapor con queso y cerdo en salsa verde (7,80 €) y el Oaxaqueño con la masa de maíz ancestral envuelta en hoja de plátano y rellena de pollo pibil (7,80€ las dos unidades):
Preguntamos si había BIRRIA, una especialidad mexicana que, pese a su feo nombre, arrasa en USA donde se dispensa hasta en furgonetas de street food. Es un guiso de carne de carnero o de res cocinada en un caldo con mucho sabor y sustancia, a base de tomate, muchas especias y mucho tiempo y amor.
Te sirven el platazo de caldo con tropezones de carne deshilachada, con acompañamiento de cilantro, cebolla y garbanzos y tres tacos de la carne del guiso. La idea es mojar el taco en el caldo y luego comer el caldo.
Se come mucho el día después de una fiesta, pues levanta a un muerto y es la mano de santo contra la resaca. Estaba espectacular.
Luego pedimos dos molcajetes mixtos para compartir. Llevaban carne de pollo, de res, queso, nopales, chorizo y langostinos, todo ello aderezado en su caldo del guiso y lleno de sabor.
Te sirven tortas de trigo o maíz para hacerte los tacos del molcajete. ¡Una delicia, oiga!
Nuestra comida la acompañamos con micheladas o con chelas, su cerveza especiada y servida con limón y salsa bovril.
Para rematar tan suculenta comida pedimos una crepe de Cajeta o de dulce de leche (6,20€) y una tarta de tres leches (condensada, evaporada y doble crema (5,80€)
Con el café como de puchero (no recuerdo el nombre) terminamos una comida gloriosa.
Y Kelly, nuestra mesera, super amable y pendiente de nosotros en todo momento. Es una gozada poder celebrar así.
El precio fue de unos 40 € por persona, pero es que nos pusimos, literalmente las botas. Y la comida y bebida lo valían. Para regresar muchas veces!
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