Mariano Gil y Pilar Temiño, abuelos de los actuales propietarios, fundaron la Violeta en 1915 a partir de una pastelería del padre de Mariano. Allí elaboraban y servían caramelos, bombones, fruta escarchada, marrón glaçé, melocotón en almíbar...
Ni la Guerra Civil consiguió cerrar la tienda de la Plaza de Canalejas, 6, al ladito de la madrileña Puerta del Sol, que Pilar mantenía con tesón y coraje.
Todos/as las madrileñas hemos probado sus deliciosos, característicos e inigualables caramelos de violeta y es un lugar emblemático para visitar en Madrid y llevarse, de paso, sus delicias dulces.
A mi abuelo Narciso, nacido en 1899, le encantaban, pero no era el único. También el literato ganador de un premio Nobel de Literatura, Don Jacinto Benavente, era un comprador fijo de sus cajitas cuando se acercaba al cercano Café El Gato Negro a la tertulia.
Mirad qué mostradores, estantes y muebles sirven para mostrar sus productos. Hasta la báscula es una preciosidad:
Reinas como Victoria Eugenia, aristócratas y otros ilustres admiradores de sus pétalos escarchados o sus caramelos con la forma tan característica de la flor han recalado en su tienda.
Desde 2004 tienen tienda on-line desde donde venden a todo el mundo (pincha aquí), pero si paras en Madrid, no olvides acercarte a su diminuta tienda y trasladarte por un instante al pasado.
Las cajitas están envueltas con mimo y con su característico papel con las violetas y su cinta a juego:
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