Ya había oído a hablar de esta magnífica panadería (entre otras personas a mi tía M Carmen que es vecina de Chamberí), había ido una vez a comprar pan en la sucursal del Mercado de la Paz con resultado fallido, y, por fin, nos levantamos temprano y nos acercamos a comprar sus delicias al obrador genuino de la C/ Fernando el Católico 17, 28015 Madrid.
Los hermanos Miragoli recorrieron el ancho mundo observando cómo se hacía el pan en diferentes y emblemáticos lugares y aprendieron a hornear sus delicias reposteras como nadie.
Tanto es así que le han considerado el mejor pan de Madrid y no es para menos.
Como soy una ansias, ya que me acerco al lugar, no puedo llevar para probar una sola cosa. En la tienda sólo dos personas de aforo por la pandemia. No sirven café para tomar dentro, pero el encanto y la simpatía con la que te explican cada detalle de sus panes y piezas de bollería es tan necesaria hoy!
El pan es de masa madre de verdad, no da el pego. La bollería es sublime: tienen unas palmeras de chocolate riquísimas, hojaldradas y bien cubiertas de chocolate (1,90 €), unos monkey bread (1,70 €), el excelso y poco trabajado en Madrid Kouing Amann (2 €) que es un pastel de mantequilla y sal oriendo de Bretaña y los rollitos o morning bun (2 €):
Este bollito de nata parecido a una Wamba lo elaboran sólo los fines de semana (1,75 €) y tuvimos la suerte de probarlo.
También tienen tartas, bizcochos, quiches, financiers, cookies, scones... un paraíso pastelero, vamos.
Yo ya lo he convertido en un imprescindible madrileño. ¿Entiendes por qué verdad?
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