La historia de este emblemático bar-restaurante de Moncloa -en la C/Princesa, 83- se remonta al año 1934. En esa fecha, Manolo, el abuelo del actual propietario abrió una taberna en la calle Embajadores llamada Casa Manolo.
Tras la guerra y debido al estado ruinoso de la finca, se trasladaron a este emplazamiento que regenta la tercera generación.
Yo iba ese día con mucha prisa pues mis alumnos se examinaban de la prueba de Selectividad en la cercana Universidad Complutense, así que me senté en una mesa al lado de la barra y sólo picoteé dos de sus clásicos.
El pincho de tortilla con callos (a 6,5 euros) es una delicia, bastante potente, pero imprescindible en su carta.
También pedí uno de sus Manolitos o tostas de pan grandotas con diferentes tapas. Yo pedí la clásica de jamón serrano con rodajas de tomate natural (2,80 euros):
Lo que si os recomiendo es su fantástico Caldo Gallego, el mejor de Madrid según mi querida amiga gallega Vicki Fernández Blanco.
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