No hay nada tan agradable como comer en compañía de amigas o familia en el pueblo.
La charla está garantizada, incluso con los camareros. Te tratan de manera diferente a las grandes ciudades, hay más cercanía y siempre cae alguna tapita de más o chupito.
En La Granja de San Ildefonso, en la C/ Carral 4, 40100, Segovia, se encuentra este local que es como una "cueva" pues hay que bajar unas escaleras para entrar en el bar-restaurante.
Ya escribí reseña de esta taberna en 2018, pero he actualizado ahora con las últimas visitas (pincha aquí).
Un encantador Ismael nos atendió con simpatía y amabilidad en nuestra cena de viernes, pero luego en el aperitivo dominical siguió agasajándonos.
Cenamos sus famosos Huevos melosos con boletus o alcachofas, deliciosos:
O bien huevos rotos acompañados de boletus y patatas fritas. Una delicia.
De postre pedimos el hojaldre de manzana con helado de canela, que estaba correcto, pero no nos sorprendió.
El vermut del aperitivo con tapas de tortilla, langostino en tempura y croquetas de judiones nos supo a gloria.
Aún así, decidimos pedir algo de picoteo en la barra y ya salir comidos de la taberna.
Fueron tres las elecciones: las enormes croquetas de boletus con queso feta, que estaban de impresión.
Los torreznos con pancetilla confitada a baja temperatura, muy churruscados y con mucha carne:
Y las albóndigas de toda la vida con sus salsa y sus patatas. Deliciosas.
Nos sirvieron un postre famoso de la casa, el lingote de queso helado caramelizado.
Un placer ir a un sitio donde se come de maravilla y te encuentras como en casa.
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