En Polonia es más fácil poder acceder a restaurantes con nuevas propuestas pues la relación calidad/precio es muy ajustada.
En la cercanía del restaurante está el Teatro Contemporáneo de Wroclaw y el local se encuentra en una casa de vecinos que antiguamente albergaba el Club de Jazz Rura.
Se accede por la puerta del hotel en que se encuentra. El espacio es sencillo, con ladrillo visto y cuadros contemporáneos.
Las mesas comunales de madera, desnudas de mantel con topes de madera para apoyar los cubiertos (buena idea).
Pedimos un vino polaco de la casa para acompañar.
Nos pusieron una crema de remolacha como bienvenida y una mantequilla ahumada.
No quisimos irnos de Polonia sin probar otras sopas típicas polacas. La zurek o sopa agria de centeno con salchichas y otra de verduras con ingredientes diferentes.
En la de verduras, llamada Krem szczawiony, pusieron unos trozos de patata y medio huevo y luego vertieron la crema de verduras.
Las Goose gizzards o mollejas de ganso con puré de calabaza y alcachofas de ¿Jerusalén? o tupinambo nos parecieron curiosas:
Pedimos unos pierogi especiales con queso ahumado y setas que estaban muy ricos:
Como pescado probamos el arenque con una crema agria y rábano picante, un sabor potente:
El Tartar de buey con semillas de girasol y setas porcini fue otro entrante:
El steak de ribeye con patatas asadas estaba delicioso:
De postre y para celebrar el cumpleaños de Luis nos pusieron el soufflé de avellanas con helado de crema:
Era como un coulant con el corazón líquido. Muy delicado y delicioso.
Esa fue nuestra vuelta a su carta. Un restaurante mencionado en la Guía Michelin con recetas clásicas y una revisión moderna.
Todo estaba bueno, pero tampoco destacaba nada. Servicio muy amable y con explicaciones en cada plato.
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