Ya había probado sus helados hace dos veranos en Asturias, concretamente en Ribadesella, así que ya había visto las colas que se forman frente a esta casa artesanal de helados.
En la C/ Fuencarral, 124, local 20, Chamberí, 28010 Madrid se encuentra este local pequeño en el que despachan unos helados especiales.
En 1933 Marcelino Castanedo adquiere una heladería regentada por italianos en Santander. Él conocía bien el negocio pues anteriormente trabajó en el sector del frío industrial.
El nombre, como muchos de los del siglo XX procedía del acrónimo de los nombres de sus hijas Regina y Margarita.
Ahora ya es la tercera generación la que regenta el negocio, a manos de Jaime, nieto de Marcelino. En Cantabria también tienen confiterías y cafeterías, además de las heladerías en un montón de ciudades y pueblos españoles (sobre todo del norte del país)
Los sabores son más bien clásicos, elaborados con leche de primera y productos de alta calidad.
Tampoco tienen un repertorio inmenso para así centrarse en los más demandados y que mejor preparan.
Yo probé el cucurucho de crema quemada y el de queso. Deliciosos y con una cantidad enorme de helado.
Es buena señal que los helados no se muestren el público para así evitar la luz que los altere.
Eso sí, el local sólo despacha helados, así que no puedes quedarte dentro a comerlos.
Estas fotos son de la heladería en Ribadesella.
También había cola para entrar, lo cual supone una buena señal. Y es que, ¿hay algo que te transporte más a la infancia en vacaciones que un helado al borde del mar?
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