Esta centenaria y concurrida taberna de Malasaña situada en la C/ Madera, 37, 28004 Madrid, es fácilmente reconocible por su fachada roja como se pintaban antiguamente las tabernas para distinguir la venta de vino en su interior.
Aunque abrió en 1921 y era frecuentada por sus parroquianos del barrio, se hizo mundialmente conocida a partir del año 2000 por la visita que hizo el grupo irlandés U2 cuando vino a Madrid. Alquiló el local para tomar unas fotos y comió sus especialidades. Entonces se llamaba el `bar de Bono´.
La especialidad de la casa fundada por Julio Gil son las croquetas, elaboradas por Maite, la hija de Julio en siete sabores distintos. También la carne herreña es muy demandada.
Ahora el bar lo regenta Luis Torres, nieto del fundador e hijo de Maite que lo reformó aunque mantuvo su fachada roja característica.
El local no es muy grande, pero te puedes sentar a probar sus croquetas u otras cosas que te muestran en la pizarra.
Tiran muy bien la cerveza y te sirven tapa con ella:
Nosotros pedimos un surtido en forma de media ración (8 €) con seis croquetas de jamón, picadillo, espinacas con pasas y gorgonzola, champiñones con puerro, morcilla con membrillo.
Las más ricas nos parecieron las de jamón y las de picadillo (chorizo picado). Son cremosas, sin ser líquidas. Unas croquetas de abuela en toda regla. Muy dignas.
Como son grandotas, te traen un cuchillo por si quieres partirlas para compartir. Obviamente, se comen con los dedos.
También probamos las Patatas Bravas en formato de media ración (5 €).
Ricas, bien fritas pero con salsa picante más tipo tomate que la genuina sin él.
Los propietarios muy amables te preguntan cuál ha sido tu croqueta favorita y te agradecen la visita.
Un imprescindible en la ruta de tabernas de Madrid.
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