Mi relación con la pizza es tan adictiva, pese a ser a la vez tan contenida, que necesito cada cierto tiempo comer este delicioso plato italiano en la ciudad del mundo en la que me encuentre.
Por eso, al salir del espectáculo de danza balinesa en Ubud con apetito, vimos el local de esta casa y entramos a cenar, por cierto, estupendamente.
La casona es enorme, con techos altos con ventiladores, una barra enorme, terraza y salón grande y otra sala con el horno de lava volcánica a la vista.
Nos sentaron en una mesa muy mal situada al lado del aire acondicionado y, cuando pedimos un cambio de mesa, nos colocaron en una mesa comunal con sillas altas.
El horno de las pizzas está hecho con lava volcánica:
Pedimos unas albóndigas de ternera con tomate y queso rallado (qué gusto comer queso en Bali pues no tienen) al inicio:
Y luego vinieron las pizzas:
Y el calzone:
Todo estaba delicioso, acompañado de la cerveza Bintang o de una refrescante Piña colada.
Servicio encantadoramente amable y precios muy ajustados, al modo de Bali.
Los baños con lavabo común y el letrero, muy molón:
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