Aunque lleva más de 20 años abierta, no había tenido ocasión de acercarme a esta icónica taberna del distrito de La Latina para probar, entre otras, su máximo exponente que es la tortilla de patatas.
En la Pza. de Puerta de Moros, 4, 28005 Madrid, se encuentra este local pequeño, con barra amplia pero pocas mesas y con poca capacidad de reserva (dejan parte de los sitios para personas sin reserva que entran en lista), pero con alta rotación.
Nosotros fuimos un martes de chiripa a las 13:30 a probar su tortilla de patatas, pero tuvimos la suerte de poder sentarnos en una mesa y aprovechamos la oportunidad para probar sus clásicos atemporales.
El local cuenta con un Solete en la Guía Repsol y el aplauso unánime de crítica y público (que todos funcionamos de las dos maneras).
Nos atendió un encantador Matías que nos recomendó sus clásicos y nos dijo que si queríamos el volcán de dulce de leche teníamos que pedirlo antes de la comida. Amén.
La barra anima a pedir todos sus pinchos, que son fusión entre nuestros clásicos y un golpe de tuerca de novedad y sabor, como en Donosti pero sin salir de Madrid. También tienen una parte de platos en su carta.
El pincho de tortilla (4,5 €) es sublime: con sus huevos cremosos que no líquidos y su cebolla caramelizada en una patata suavemente pochada y no deshecha, te augura una buena comida.
Pedimos uno cada una para así no tener que compartir el manjar. Te lo ponen sobre una rebanada de pan para poder comerlo con las manos.
Luego nos lanzamos al increíble Hatzu Tuna o sandwich de lomo de atún rojo empanado en panko con mayo de kimchi y huevas de trucha (24,50 €). Una explosión de sabores que justifica cada euro de su precio:
El ravioli de boletus con yema de huevo y trufa (16,80 €) fue la última elección. Tres piezas que se comen en varios suspiros de placer:
El coulant de dulce de leche (10 €) se dejó desear y vino acompañado de una bola de helado de coco. Glorioso para los que somos dulceros.
Nos quedamos con ganas de más, así que, la próxima iremos acompañados y daremos una nueva vuelta a la carta.
Ya lo he convertido en uno de mis imprescindibles en Mdrid.
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