Sisapo O La Cocina Fusión Con Placa Bibgourmand De Michelin En Chamberí

Vivir en una gran ciudad como Madrid te ofrece una enorme variedad de lugares donde comer muy bien. Por eso, triunfar en la capital española es sinónimo de buen hacer, mezclado con una pizca de suerte.

Nos acercamos la familia a probar el menú de Alejandro Aguirre que goza de cierta fama por tener una estupenda relación calidad/precio, aparte de una oportunidad de probar unos platos recomendados por la prestigiosa Guía Michelín. Así celebrábamos el cumpleaños de mi hijo Nacho.

En pleno Chamberí, en la C/Trafalgar, 14, 28010 Madrid se ubica el coqueto restaurante.

El menú son ocho pases a 45€ y está muy bien. 

Comenzamos con la Vieira flambeada con salsa de miso, yuzu y pico de gallo. Un poco canijas las piezas y, de hecho, creo que son zamburiñas en lugar de vieiras pues están servidas en su concha. La concha de la vieira es mucho más grande, es la concha de Santiago. Ricas pero poco flambeado.

Luego entró el Ceviche de corvina, leche de tigre, maíz y boniato asado:

Las Gyozas de carabinero, jugo de sus cabezas, coco y citronela fueron el tercer pase. Me pareció lo más rico. Había mucha gente comiendo en el restaurante y creo que no nos acabaron muy bien los platos en mesa:

Las croquetas estaban muy bien servidas. Te ponen de dos tipos: de choco con alga nori y alioli y de zanahoria con dátiles y puerro. Mejor la primera, aunque la segunda era muy original:

El Shao Mai de rabo de toro con huevo de codorniz y sichimi vino a continuación:

El Steak Tartar con hueso de tuétano a la parrilla y mostaza a las finas hierbas estaba delicioso, aunque era poco tuétano para cuatro personas. Creo que debían haber puesto dos piezas.

El último pase salado fue la pluma ibérica a la parrilla con yuzu, trufa y puré de tubérculo. Me pareció lo más flojo: ¿quizás estaba recalentada?

El postre del menú eran las texturas de chocolate con helado de pistacho. Un coulant muy rico con un buen helado.

Pedimos una botella de vino blanco Godello, el Minius.

Un poco lento el servicio y sólo te ponen unas tristes patatas fritas al comienzo. Ningún platillo de bienvenida. Creo que deberían cuidar más algunos detalles. Me gusta que haya algún mantel o individual para no comer directamente en la mesa. El pan era escaso, muy pocos trozos y ya partido.

Nada estaba mal, todo estaba realmente rico, pero nada me emocionó como para querer regresar. ¿Quizás algo más sorprendente o distinto era lo que buscaba?


Ya sabéis que no puede faltar mi consabida foto en los aseos:

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