En la simplicidad que no simpleza está la virtud. Me refiero a esos platos sencillos, de toda la vida. Los que te puedes comer en cualquier día y siempre gustan.
En la C/ Cava Baja, 32, 28005 Madrid, en pleno Centro de la ciudad se encuentra esta antigua taberna en la que Lucio tuvo la genial idea de servir los famosos huevos fritos con patatas en 1974.
Mi madre siempre me decía que si en una casa tienes huevos y patatas siempre en la despensa nunca te va a faltar qué comer. Tenías razón, Concha.
Aunque hacía muchos años que no iba a comer allí, un sábado de abril nos acercamos a recordar el sabor de sus famosos huevos rotos y llevamos a unos amigos que no lo conocían.
Teníamos reserva en el local moderno, hermano menor de la casa original situada justo enfrente.
Al llegar nos sentaron nada más entrar en el restaurante, en una mesa alta con taburetes y en un ambiente bastante ruidoso.
Desde el principio nos trataron con desdén. El camarero, bastante borde, ni nos miraba a la cara mientras contestaba a nuestras preguntas o recitaba los platos de fuera de carta.
Me parece que ahora este restaurante está sobrevalorado. Está montado "ad hoc" para turistas, que esperan en la puerta y casi hasta tu mesa para probar los huevos.
Comimos con un estupendo vino Cvne:
Nosotros comimos una Ensalada de canónigos con anchoa, tomate y aguacates:
También quisimos probar los Callos a la madrileña:
Y el plato fuerte eran los consabidos Huevos estrellados o rotos, con jamón o pisto:
Estaban ricos, pero tampoco eran para tirar cohetes. Las patatas me parecieron bastante mediocres.
Como nos decían que teníamos que dejar la mesa para el segundo turno no nos quedamos ni al postre. Una pena.
De nuevo, otro local clásico madrileño más pensado para turistas que para fidelizar a los locales. Tendrían que repensarlo, aunque como siempre está lleno no les importa si la gente no regresa.
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