No somos conscientes de los inconvenientes que tiene prescindir de las tecnologías modernas pero tener que trabajar a tope para seguir brindando un servicio acorde con las expectativas de hoy.
En la maravillosa playa del Faro de Trafalgar, en un lugar salvaje y virgen al que se accede sólo por la playa (al menos así lo hicimos nosotras) se encuentra este chiringuito de playa en el que se come de escándalo.
Allí íbamos a tomar la caña o el tinto de verano del aperitivo, pero un sábado decidimos reservar un grupo grande a comer. El día anterior ojeamos las delicias que tenían en carta y vimos pasar los platos de bambú con la comida que tenía un pintón brutal, así que la decisión fue inmediata.
También hay que reseñar la importancia de los sentidos en la comida o cómo sabe todo al borde del mar con los pies pisando la arena.
Casi todas nos decantamos por el atún rojo de barbate en alguna de sus propuestas, fundamentalmente el Tataki de atún rojo con calabacín (con atún de Balfegó):
Al ser muchas personas pudimos pedir muchas delicias chiringuiteras como las Croquetas de camarones, el salmorejo con ventresca, el arroz chaufa, las alcachofas a la plancha:
O el atún encebollado y el sandwich de atún rojo:
No pudimos tomar postre pues el escaso generador para alimentar la corriente del refrigerador no les da para más. El año pasado nos contaron que tenían helados pero que se les derretían todos.
Servicio amabilísimo, ágil y atento con mucha paciencia a nuestras continuas peticiones.
El precio: 30-35 € por persona, dependiendo de la cantidad de cervezas, vinos blancos, tintos de verano y viandas que cada una tomó.
P.D: En recuerdo de los alucinantes días vividos en Vacaciones Desconecta con Juan Ortiz como maestro de ceremonias y otras maravillosas personas (Emi, Amparo, José Antonio, Ana, Carmen, Carmenchu, Lourdes, Noelia, Eva, Fernando, Manuel, Concha, Yolanda, Mila, Mar, Nuria y Luisa). También mi mención cariñosa a Ana la profe de yoga, Tita, David y Beatriz.
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