Camino del faro de Ribadesella por el muelle, se encuentra este restaurante-taberna con terraza al que entramos porque nos pareció muy chulo en su estética.
Esta es una prueba de que las apariencias engañan. A veces una decoración bonita "tapa" o esconde carencias en un restaurante.
Era una noche de verano y sin mucha gente a la que atender, pero debían estar cansados y no les venía bien quizás agradar a los clientes.
Estaba la terraza completa (pese a que estaba lloviendo con lluvia muy muy menuda) y acabábamos de hacer la ruta del Cares, así que, sólo queríamos cenar algo de pescado para reponer fuerzas e irnos a dormir. Nos pusieron en el interior del local, entonces vacío.
El servicio era muy lento y no daba explicaciones de la tardanza. la mesa de al lado, con unas encantadoras enfermeras que residían en Canarias y con las que trabamos "amistad" después e tanto tiempo de espera en ambas mesas.
Nos trajeron unas almejas fritas, como dicen ellos que eran almejas a la marinera (24 €). La ración era muy escasa para el alto precio que pagamos. Por lo menos estaban muy buenas...
También cayó una ración de Calamares fritos (16 €) muy escuálida, como podéis comprobar. Es la primera foto de la entrada.
Y como nos quedamos con hambre pedimos un Revuelto de Oricios (18 €) que estaba bien, aunque un poco salado en exceso:
Todo ello regado con dos botellas de sidra (6€) pues no podíamos más que beber y comer pan hasta que llegó la comida. El dispensador de sidra nos sirvió para entretenernos en la demora... jajaja
En conclusión, restaurante apartado, mal y lento servicio y precios altos. Lo siento, pero no volvería allí.
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