Si entras en la web de La Dolce Fina (pincha aquí), te cuentan la dulce historia del nombre de la gelateria de la C/ Villanueva, 31, 28001 Madrid en honor a la patrona del precioso pueblo de San Gimignano en el que se ubica la heladería de Sergio Dondoli (estuve allí hace años y probé su helado sin saber que era tan célebre).
Teniendo como mentores a dos maestros heladeros, esta pareja de emprendedores montaron esta preciosa heladería, con no muchos sabores, pero exquisitos todos ellos.
Llevamos queriendo ir desde este verano, pero entre unas cosas y otras hemos ido demorando la visita. Ahora, instalados en el otoño, acudimos a su local (también tuvimos que esperar una pequeña cola para acceder al local, lo cual es señal de que funciona bien el "boca a oreja" que coloca a sus helados como de lo mejorcito de Madrid).
En delicados tonos lilas está decorado el pequeño local del barrio de Salamanca, con unas pocas mesas interiores donde sentarse y una terraza exterior.
Nosotros pedimos un cucurucho de pistacho y galletas Lotus en tamaño pequeño (3,5 €), delicioso con intenso sabor a pistacho tostado (incluso con trozos de pistacho en su interior) y el de galleta muy rico y delicado:
La tarrina del mismo precio era de fragola o fresa y de limón. Estaban espectaculares. Nada que ver con la versión cremosa y con sabor intenso a nata de los anteriores, estos sabores eran más tipo sorbete, pero sin perder la cremosidad.
El de fragola es el MEJOR HELADO DE FRESA que he probado en mi vida y el de limón tenía incluso, trocitos de ralladura de limón natural.
Tendremos que hacer varias visitas para seguir probando sabores, en concreto el de chocolate, que en ese momento no tenían.
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