Es admirable el tesón, el entusiasmo y la voluntad que hay que tener para dejar tu Asturias natal y desembarcar en una ciudad con tanta oferta repostera como Madrid. Eso es lo que hizo Estela Rodríguez al lanzarse a abrir su propio obrador desde su pueblo asturiano de Cabezón de la Sal donde su familia regenta una pastelería.
El local situado enfrente de la iglesia del Cristo de Medinacelli, en la Pza de Jesús, 5, 28014 Madrid, es el templo donde opera con una maestría indiscutible desde la primavera de 2021.
De casta le viene al galgo y las técnicas que aprendió en su casa las trasladó a Madrid, donde trabajó en la Hojaldrería de Javier Bonet. Yo allí probé sus milhojas y palmeras y me fascinaron.
También pasó por Panic y vendió a restaurantes. Está claro que domina lo que hace y lo hace con pasión.
Al traspasar el umbral de su casa te invade el olor a mantequilla y desearías probar todo. Nosotros nos decantamos por sus palmeras. Probamos todas: la natural con caramelo ligeramente salado, la glaseada con yema (absolutamente delirante) y las dos de chocolate.
Mira que soy devota del chocolate negro, pero en esta ocasión me gusto más la de chocolate con leche, con mayor cobertura que la de chocolate negro.
También quisimos probar los salados en forma de napolitanas de hojaldre con jamón y queso, empanadillas de queso azul, de tomatitos cherry con albahaca y mozzarella y otros tradicionales con chorizo. Sublimes todos ellos.
Habrá que regresar a probar más cosas: las milhojas, los emparedados de crema, la tarta de almendra, los canutillos, las polcas (homenaje a mi madre, le flipaban)... en fin, cualquier dulce que salga de aquí es bálsamo para el alma.
Gracias Estela.
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