Viena Capellanes O Los Sandwiches Clásicos De Madrid Desde 1873


Ni sé cuándo fue la primera vez que entré en esta pastelería a probar su riquísima bollería y sus sandwiches rectangulares de sabores espectaculares. No me extraña que no lo recuerde, porque Viena Capellanes siempre (bueno, desde 1873 que es casi lo mismo) ha estado presente en la repostería madrileña.

Los locales a los que yo más acudía por cercanía eran los de la C/ Goya, 37 y la C/ Alcalá, pero hay varios repartidos por la ciudad.
El empresario aragonés Matías Lacasa, tras hablar con un médico valenciano que había estado en la Exposición Universal de Viena y comentarle que allí elaboraban unos panecillos deliciosos, decidió pedir la exclusiva de la fabricación de este pan y abrir una panadería con su mujer Neus en la calle Misericordia, donde estaba la antigua residencia de los Capellanes de la Casa Real, en la que despacharlos.

















Los madrileños, de este modo, iban a comprar el "pan de lujo" o de Viena (más fino que el candeal español) a Capellanes y de ahí quedó el nombre.
















El negocio, al no tener hijos el matrimonio Lacasa, pasó a los sobrinos de Neus, que no eran otros que los hermanos Baroja, Pío y Ricardo.

El negocio fue comprado por Manuel Lence, aprendiz en tiempos de los hermanos Baroja, que su trabajo, arrojo y valentía hizo que en 1929 el negocio contara con 16 sucursales, un salón de té y bellos coches para el reparto a domicilio. Un auténtico visionario.

Yo, en los años 80 iba allí a degustar sus maravillosos sandwiches (perdón, pero los de ahora no me saben igual de ricos, será el sabor de la adolescencia...) con mis amigas y no había momento en que al pasar por delante, no entrara a comprar uno o dos sandwiches de ensalada alemana.

También es riquísima su pastelería y bollería. Las palmeras de chocolate son deliciosas, las tartas, los roscones...


En las tiendas, desde hace unos años, te puede sentar a merendar o comer y también muchas tienen terraza.


Te lo recomiendo por su calidad y por el precio tan ajustado que hace que sus productos no se les vayan de caros.

Nosotros tomamos sandwiches fríos y calientes. Tienen mucha variedad. El sandwich caliente era de Pastrami, muy rico:


También probamos sus MERAS o mini-palmeritas de chocolate, muy delicadas.


Un viaje al pasado con sabores reconocibles y amables en forma de productos hechos con mimo y de forma tradicional.


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