Siempre que se visita un país es imprescindible probar sus platos típicos para conocer su cultura y tradiciones.
Por eso, los pierogi son un clásico de la cocina polaca que hay que probar obligatoriamente.
Se trata de una pasta, mezcla de ravioli y dumpling, rellena de diferentes farsas saladas como vegetales, champiñones, carne...
La palabra deriva del eslavo arcaico donde "pir" designa festividad, aunque su origen es claramente oriental.
La masa se elabora con harina, huevo y agua. Se elabora cada día para luego rellenarlas.
Puede que fueran las invasiones mongolas y tártaras las que trajeron la receta al este de Europa.
Los más populares son los que se rellenan con champiñones, queso, puré de patatas, carne, repollo, cebolla...
Aunque los tienen en casi todos los restaurantes polacos, nosotros nos dirigimos a Agustianska, 3, 31-064 Krakóv.
Nos sentamos en una mesa en la acera, pero comenzaron a caer cuatro gotas y entramos al pequeño local.
Pedimos un surtido de los más populares, rellenos de patatas con cebolla, de repollo, de queso:
Los sirven en unos platos de cerámica típica polaca y los acompañan con salsa de crema agria.
En su oferta tenían unos pierogi ucranianos que, por lo visto, se llaman varenyky. Están rellenos de requesón o repollo.
Pedimos una sopa de remolacha que se me antojó, muy sabrosa:
También vendían imanes con la forma del pierogi muy graciosos.
Los precios eran muy ajustados y las empanadillas estaban deliciosas.
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