El pescado y el marisco al borde del mar saben completamente diferentes. Será nuestra percepción, pero creo que el olor de la brisa marina exalta también el sabor.
Nos acercamos al puerto, al Moll de Pescadors, 25, 43004 Tarragona, en la zona que llaman del Serrallo a cenar algo de picoteo.
Íbamos sin reserva, pero enseguida nos consiguieron un sitio en la terraza y allí nos acomodamos.
Se centran en la cocina marinera con arroces, fideos, pescados y mariscos de proximidad.
El interior es sencillo y bonito. Una decoración relajada en tonos ocres, azules y grises.
En una tierra con 8 DO (Terra Alta, Priorat, Montsant, Conca de Barberá, Tarragona, Penedés, Cava y Ctalunya) es difícil decidir el vino. Elegimos un vino rosado de la zona, muy frío. Es el vino de la casa, de Km 0 y comercio justo.
Elaborado con una variedad Merlot de D.O Montsant y se llamaba Apropposit Rosé de garnatxa Negra, muy a propósito del lugar.
Las ostras del Delta (4,1 € unidad) se nos antojaron:
El Calamar mediterráneo a la andaluza con mayonesa natural de lima (17,7 €) estaba buenísimo:
Y los Boquerones fritos de Tarragona (13,40 €) se comían como pipas:
Terminamos con un Pulpo Blanco de Cambrils cocido en su propia agua, patatas y alioli (19,9 €), que nos encantó:
Nos llamó la atención en los postres los Buñuelos de café de la María con su toque de canela (6,1 €):
Cenamos muy bien, muy a gusto en la terraza viendo el atardecer.
Luego nos dimos un paseo por el puerto y llegamos caminando hasta el hotel.
Magnífico día con María José y Celsa.
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