En 1887 nace este café en el Bulevard de Saint Germain y su nombre, supuestamente, se debe a una escultura de la diosa Flora situada enfrente del local y que ya no existe.
A finales del siglo XIX ya era muy famoso, pero fue el poeta, crítico de arte y escritor Apollinaire en 1913 quien se adueñó del lugar y lo convirtió en su casa u oficina.
Es en 1917 cuando Apollinaire empieza a acuñar el término "dadaísmo" en sus encuentros con André Bretón, Louis Aragon y otros artistas y da nombre al "surrealismo".
Tristan Tzara acude al café por ser el lugar donde se podía ver a Apollinaire cuando vivía pues él mismo vivía en Blvrd. Saint Germain 220. También acudía Picasso, Giacometti...
A partir de 1939 con el cambio de dueño, el café se convertirá en en núcleo de la intelectualidad a la izquierda del Sena. Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir casi estaban allí instalados.
Otros muchos aristas lo frecuentaron: Boris Vian, Hemingway, Truman Capote, lawrence Durrell, Dalí, Marguerite Duras... En los años 60 fueron las actrices y los representantes de la Nouvelle Vague los que tomaron el Flore.
Traspasar sus puertas o sentarse en su terraza supone sentir el peso de todas las personas ilustres que allí han estado. Algo de su esencia queda en el local.
Nosotras fuimos tarde a cenar. A mi me pareció muy decadente. Aunque no había casi gente, tardaron en atendernos.
Aún así, cenamos algo rápido como un sandwich y un croque vegetal con una cerveza en la terraza interior y descansamos un rato de la dura jornada parisina de paseos, museos, colina y vino.
Comentarios
Publicar un comentario