Esta playa o cala perteneciente a Sitges, pequeña, nada masificada (fui un día de diario de julio y éramos pocas las personas que allí estábamos) tiene un encanto increíble.
Se accede a ella caminando desde un parking un poco alejado o desde un apeadero con parada allí mismo.
Quizás sea esta magnífica ubicación entre el mar, la vía de tren y la montaña que no permite especulaciones con el suelo la que haga que esta playa sea algo especial.
Para llegar allí se va en coche por una carretera sinuosa con una lado el mar y el otro la montaña.
Nos acercamos no muy tarde a pasear por su orilla, tomar un poco el sol y bañarnos.
Eso pese a que había bandera roja por la resaca.
La cala se denomina Playa de las Casetas. Tiene muchas casetas restauradas de principios del siglo XX y que pertenecían a marineros.
De hecho, hasta tienen el embarcadero abajo. Mirad cómo parece que te transportes a otras épocas.
Todas están pintadas de blanco combinado con verde y son preciosas.
Tras estar la mañana en la playa, dimos una vuelta y contemplamos el hotel tan bonito en el que sería una pasada retirarse unos días:
Decidimos tomarnos el aperitivo en el Chiringuito de Garraf desde el que hay unas vistas impresionantes.
Sólo bebimos cerveza y picamos unas patatas fritas con boquerones:
El dueño del local nos contó que iban mucho por allí los futbolistas del Barça.
Las camisetas regaladas lo confirman:
Incluso el joven futbolista del Barcelona Lamin Yamal ha celebrado su cumpleaños con la familia allí mismo.
Al margen de sus famosos clientes, nosotras estuvimos en la gloria tomando el aperitivo contemplando el mar.
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