Visitar un pueblo o ciudad implica conocer también su gastronomía. No se puede entender a una población si no se prueban sus platos típicos.
En nuestro viaje pirenaico empezamos por Aínsa y, nada más llegar, entramos a comer en este restaurante de caserón de piedra, con decoración sencilla e informal en el que comimos de maravilla.
Ubicado en la C/ Mayor, 22, 22330 Aínsa, Huesca, son también los dueños de la cercana carnicería, así que lo preceptivo era comer carne.
De hecho, no funcionaba el datáfono por falta de cobertura y tuvimos que ir a la carnicería a pagar.
Al ser lunes estábamos más limitados y nos dijeron que no había chuleta (de ternera de raza pirenaica de ganadería propia). No pasó nada; nos lanzamos al menú del día a 20€.
Comenzamos con gazpacho y lasaña de hongos de primero:
Y el churrasco y la longaniza de Graus a la parrilla fueron los segundos y la carne era estupenda:
De postre un flan de café y unos profiteroles o bocaditos de nata completaron el menú.
El flan me pareció de una textura y un sabor increíble.
El servicio fue muy amable y encantador. Un lugar muy recomendable en Aínsa.
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