De casualidad por encontrarse cerca del hotel, nos acercamos a cenar a este mexicano con una pareja dueña encantadora que cocinan la mar de bien.
Él, Rodrigo, es mexicano y hace los platos típicos y ella, Cristina, es una excelente repostera y pastelera.
Es un local pequeño, pero con mucho encanto.
Teníamos apetito tras la caminata de la mañana y empezamos con unas Micheladas (6,50 €), clásica y de tamarindo:
Luego nos zampamos unas croquetas de costilla con alioli oriental, maíz crujiente , limón y una salsa picante de Jamaica (11,20 € por cuatro unidades):
Unos Tacos de chicharrón con kimchi y de alambre de ternera con verduras (3,90 € la unidad):
Y la impactante Quesadilla de ciervo con mole poblano (4,70 €):
Todo deliciosamente casero y fusión.
Rematamos con un Flan de Cajeta que estaba soberbio.
Muy recomendable y una atención y servicio magníficos.
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