Puede que haga más de treinta años que empecé a ir a esta emblemática hamburguesería en la C/Donoso Cortés, 9, 28015 Madrid, en pleno barrio universitario de Moncloa.
Los estudiantes de la Universidad Complutense parábamos por allí a comer una o varias hamburguesas (depende del presupuesto que tuviéramos) sencillas, de buenísima relación calidad/precio y que te resolvían una comida entes o después de ir a clase.
Lógicamente, mis visitas fueron intermitentes. Creo que estuve muchísimos años sin ir tras acabar los estudios, pero la oportunidad de regresar ha llegado de la mano de mis hijos, pues uno de ellos vive por allí cerca y ellos van y nos llevan de regreso allí.
El local es pequeño, austero. No tiene mesas para sentarse ni sillas. Sólo llegas, pides la comanda, comes apostado en la barra, pagas SIEMPRE EN EFECTIVO y te vas dejando el espacio para los siguientes.
Suele estar siempre lleno, sobre todo a horas punta, pero hay buena rotación.
El precio es muy competitivo y, según algunos expertos, es mejor comer dos burgers pequeñas que una grande. Las mejores son las de bacon y la de queso, pero puedes pedir ingredientes extra a 0,90 €.
También tienen perritos y sandwiches mixtos, además de ración de patatas fritas. La bebida es por latas.
A mi me sigue generando mucha ternura pues me transporta a esa feliz y despreocupada época de la universidad.
No es una hamburguesería gourmet, ni falta que le hace. Allí no hay sorpresas. Y eso es lo mejor.
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