La palabra TOPA procede del euskera, castellano y guaraní y significa ENCONTRAR. El nombre del restaurante es La cocina del encuentro o el encuentro de la cocina, tanto da, pues sukaldería es cocina en euskera.
De los viajes vividos por Andoni Luis Aduriz y su equipo a Latinoamérica, surge una idea de una hermandad de cocinas trasladada a un local informal, nada convencional, con diferentes espacios en los que vivir diferentes experiencias gastronómicas. Magnífico talento el del cocinero vasco al idear un concepto tan novedoso.
Cuando le pregunté a mi querido antiguo alumno Álvaro Oviedo, primera promoción del BCC y un genio en potencia, dónde íbamos a comer con él esa luminosa mañana de domingo en Donosti, no lo dudó: Vamos a TOPA.
Las paredes están revestidas de paneles de viruta de madera creados por Luis García Alemany, en los que aparecen imágenes vascas y latinoamericanas mezcladas.
En la carta de bebidas tienen el famoso Euskojito, un mojito vasco hecho con txacolí del ño en lugar de ron, sprite y menta, pero nosotros somos de micheladas, así que pedimos una chelada normal con zumo de lima y dos Bloodychelis con zumo de tomate y especias:
Estábamos deseosos de dar una vueltecita a la carta, así que pedimos su famoso Guacamole TÔPA, en el que te ponen un precioso mortero negro de piedra con su maza y los ingredientes preparardos para machacar. Por si acaso te lías, te traen las instrucciones al modo "mueble de IKEA para montar".
Pedimos también las quesadillas de trigo con queso Idiazábal y jamón ibérico y con queso y setas de temporada:
Probamos los tacotalos de maíz y mijo (tacos al modo euskera) de chipirones en su tinta con mole, una delicia, oiga:
Y los tacotalos al pastor vasco:
Álvaro preguntó si iban a sacar La caja china, un cochinillo asado que pasean en una caja por el local y que preparan sólo jueves y domingos. Tuvimos suerte y nos zampamos una ración:
Mirad el cochino esquilmado tras el paseo por la sala:
No podíamos dejar de probar los postres, así que cayeron la mamia (cuajada) con guayaba y piñones garrapiñados :
Y el riquísimo Flan Bolívar con crema de maíz:
En fin, un lugar imprescindible si te gusta dejarte sorprender y adoras las ideas novedosas y originales.
La escalera de bajada a los baños:
Y en los propios baños una idea fabulosa que no había visto en ningún lugar: una botella de colutorio en el lavabo para enjuagarte tras la comida... jajaja:
El precio de una experiencia tan grata: 30 euros por persona, aproximadamente.
Volveremos a probar otras especialidades vascoamericanas, seguro.
Mil gracias querido Álvaro, por ser tan buen cicerone y compartir esa gran pasión nuestra: la cocina.
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